jueves, 30 de diciembre de 2021

METAMORFOSIS




      Abrió repentinamente la puerta. El sol entró sin pedir permiso. Le estalló sin más en la cara. Sus ojos chorrearon luz a borbotones. Una férvida llamarada incendió su garganta. Cuando intentó hablar, un rugido de fuego lanzaron sus fauces furibundas. 

      Desde un extremo al otro, la noche destellante ardió como una hoguera.


                                                                     María Graciela Kebani

viernes, 24 de diciembre de 2021

YA ERA TARDE




No escuchó los gritos de terror y desesperación.

No, no pudo.

No vio a los niños desangrándose en las calles.

No, no pudo verlos.

Humo y fuego por todos sitios.

Llamaradas.

Cielos ardiendo.

Tronaban furiosos los dioses de la guerra. 

Estallaban edificios, estallaban árboles, campanarios.

Hasta el viento estallaba en pedazos.

Hasta el mar.

Graznidos de cuervos enloquecían el aire.

Con qué pasión segaban la vida.

Sin embargo, no conseguía olvidar.

No, nunca olvidaría.

Todo fue inútil.

Después lo supo.

                                          María Graciela Kebani



jueves, 23 de diciembre de 2021

A ORILLAS DEL PARAÍSO

 


     Cerré fuertemente los ojos; cuando los abrí, me encontré a orillas del paraíso.

                                                                                          María Graciela Kebani

lunes, 20 de diciembre de 2021

EN CUALQUIER MOMENTO...

 



No funcionaba el ascensor. Así que me dispuse a subir por las escaleras de mármol que evidenciaban el paso del tiempo.

 Empecé a ascender sin apuros hasta el  décimo  piso. A medida que ascendía la luz, paradójicamente, iba disminuyendo.

   Llegó un momento en que ya había perdido la cuenta de los pisos que iba dejando atrás.

   De pronto, creí escuchar las notas de una cajita de música. Me estremecí. Esa música me recordaba algún episodio puntual de mi juventud, pero no lograba precisarlo.

    La música resonaba cada vez más fuerte en mis oídos, mientras continuaba mi ascensión.

    La oscuridad se espesaba. No alcanzaba a vislumbrar la señalización de los pisos. 

    La melodía de la cajita musical se había convertido en una orquesta sinfónica que me aturdía más y más.

   Ya no sabia si subía o  bajaba. Si me encaminaba rumbo a los cielos o, en realidad,      descendía  a los infiernos.

   Ahora, acá estoy, en un rellano. No sé por qué, sospecho que en algún piso me está esperando, pacientemente, la muerte.

    Mientras, los timbales de esa sinfonía infernal retumban en mi cerebro. En cualquier momento todo volaría por los aires.


                                                                          María Graciela Kebani


domingo, 19 de diciembre de 2021

Amanecer

 



   En las alas de los pájaros huyeron las últimas sombras de la noche. 

   El sol vació sus copas de luz sobre la tierra.

   Había empezado a amanecer.


                                            María Graciela Kebani

domingo, 5 de diciembre de 2021

Las farolas seguían parpadeando

 



  Me desperté sobresaltado, perseguido por una horrenda pesadilla. Sin embargo, con los ojos abiertos la pesadilla continuaba. Estaba corriendo por el andén para subir a un tren que siempre se alejaba. Y no llegaba. No conseguía salir de la estación. Los trenes pasaban y no se detenían. Y la gente se iba amontonando en el andén. Mientras, la noche se dedicaba a desempacar sus maletas repletas de sombras. Poco a poco se encendían las farolas.

   De pronto, el ensordecedor campanilleo que presagiaba el arribo de otro tren. 

   Volví a despertar obnubilada por los faros de la locomotora. Ahora sí podría subir. Ahora sí. Pero el aullido feroz de la sirena volvió a despertarme. Y otra vez no logré ascender a ningún vagón.

    Y me quedé allí, mientras las farolas seguían parpadeando.

                                                                              María Graciela Kebani




viernes, 3 de diciembre de 2021

En algún momento



   En algún momento Dios pronunció la sagradas palabras: "¡Hágase la luz!" y, al instante, la luz se hizo. 

    En algún momento, el hombre quiso ser como Dios, pero en lugar de crear, comenzó a destruir la tierra que le fue concedida. 

   Una vez que se inició la conquista y colonización del planeta, la destructiva actividad humana no se detuvo.

    En algún momento, el hombre pronunció las ominosas palabras: "¡Hágase la noche!" 

    Y la noche empezó a cernirse sobre la faz de la Tierra.

                                                                                         María Graciela Kebani

lunes, 29 de noviembre de 2021

Precipicio


        Cuando encendió la luz, descubrió que se hallaba al borde de un precipicio.

                                                                          María Graciela Kebani

El tren nunca arribó

      


            Cuando llegó a la estación, el tren ya había partido. Se sentó dispuesta a esperar el siguiente. Pasaron minutos, horas, días, semanas, meses, años, pero nunca arribó. 

                                                                             María Graciela Kebani






viernes, 26 de noviembre de 2021

Desde el abismo

     



     Desde las profundas entrañas rugía el mar como un león herido.

     El viento arremolinaba las olas que estallaban con toda la furia contra los acantilados.

     Y el estruendo ensordecedor estremecía hasta las rocas. La humanidad bramaba desde los abismos.

      En el lacerante fragor del mar bullía el ingente dolor que venimos soportando desde el principio de los tiempos.


                                                                               María Graciela Kebani

sábado, 20 de noviembre de 2021

Desde el balcón




      Cuando salió al balcón, desistió. Allá abajo, lo esperaba la muerte casi, casi, con una sonrisa.

                                                                            María Graciela Kebani

viernes, 19 de noviembre de 2021

Nada detrás del portón

 






   Temí perderme por esas callejuelas oscuras y, por momentos, siniestras. Andaba a los tumbos entre las sombras.

   Como un ciego avanzaba por ese laberinto que no me conduciría a ningún sitio.

   Caminé y caminé hasta que repentinamente, no me pregunten cómo, me topé con un portón descomunal que interrumpió mi errático deambular. 

   Allí un hombre me vaticinó:

   -Si usted atraviesa esta puerta, solo encontrará el vacío.

   -¿El vacío?

    -Así es. Nada. Detrás de este portón no hay nada.


                                                                                 María Graciela Kebani

sábado, 13 de noviembre de 2021

Estallido

 



 Así, de repente, comenzaron a oírse extraños ruidos. Se agigantaban con el silencio de la noche y me perturbaban sobremanera. Buscaba explicaciones, pero no hallaba ninguna.

 Ni una gota de viento.

 Crujían los muebles, rechinaban las puertas. Tremolaban los escalones de las escaleras.

Hasta el tiempo en el reloj latía estrepitosamente como un corazón aterrado.

Se sacudían las ventanas y las cortinas flameaban como banderas. 

Las sombras se agitaban y los  espejos amenazaban con hacerse añicos.

Y los chillidos se tornaban insoportables y en la casa todo rechinaba presagiando la llegada del apocalipsis.

Silbidos agudos perforaban las paredes y mis oídos. Parecía que me hallaba en alguno de los círculos infernales que imaginó el Dante.

Ahora cimbraban el piso y los techos. Y yo, ahí, en medio de esa estridente oscuridad. Mientras el universo estallaba estruendosamente a mi alrededor.

                                                                             María Graciela Kebani

lunes, 1 de noviembre de 2021

Palabras

 


     Sembré la tierra de palabras. Regadas por la lluvia germinaron y florecieron poemas. El viento los llevaba entre sus ramas y los dejaba caer como las doradas hojas del otoño.

     Y así la poesía se esparció su luz sobre la faz de la tierra. Sus versos encandilaron a los hombres y su perfume les recordaba el paraíso alguna vez perdido.

                                                                           María Graciela Kebani


viernes, 22 de octubre de 2021

AVE FÉNIX

 



   Lanzó una flecha al corazón de la noche y una lluvia de estrellas se derramó como un torrente de luz sobre la tierra.

   El sol del amanecer renació de las cenizas de la noche como el ave Fénix.


                                                                                                 María Graciela Kebani

miércoles, 20 de octubre de 2021

A orillas de la noche

 


   La luna andaba errante por las orillas de la noche. Las sombras desdibujaban los caminos solitarios. El viento sembraba estrellas en un cielo espectral.

   Eran las doce en el reloj sin tiempo.

   La hora de las pesadillas.

   La hora que engendran los monstruos que nos rondan como nos rondan los miedos y las dudas.

   La oscuridad acrecentaba la presencia de la muerte.

   Pensamientos sombríos difuminaban la poca esperanza que alguna vez abrigamos.

   La luna acabó por precipitarse en las profundos abismos de la noche.

                                                                            María  Graciela Kebani

miércoles, 13 de octubre de 2021

Un gato



   Un gato perlado de luna se deslizaba por los tejados de la noche. Sus ojos refulgían como estrellas y en su mirada, todo el enigma de la vida.

    En su mutismo, todo el silencio del Universo.


                                                                                                     María Graciela Kebani

lunes, 11 de octubre de 2021

VAIVÉN




      La plaza se llenó de pájaros. El viento desbordó de trinos. El cielo amaneció preñado de campanas y un hombre, de cara al sol, cerrado los ojos, apretaba en sus manos un manojo de sombras y de inviernos.

      En las hamacas se mecía la vida.

                                                                                              María Graciela Kebani


viernes, 8 de octubre de 2021

Las botas de siete leguas

 



           Y allí, entre los árboles descubrí maravillada las botas de siete leguas, un par de botas deslumbrantes.

        Cuando giré, apareció ante mi vista un ogro colosal que me observaba con una ferocidad inusitada. 

        Entonces, en el borde de la desesperación me calcé las botas de sietes leguas. Sin embargo, cuando intenté correr, mis piernas no se movían. La magia evidentemente no funcionaba. 

        Invoqué a las hadas, a los genios, a los duendes y elfos, y a cuanto ser fabuloso aparece y desaparece en los cuentos maravillosos. No hubo caso. Ninguno surgió de un botellón ni siquiera de una botella, ni de ninguna flor, ni de algún tronco rugoso. Ni un ángel de la guarda que extendiera sus alas para protegerme.

          El atroz ogro me devoraría sin preguntarme nada.  


                                                                          María Graciela Kebani

miércoles, 6 de octubre de 2021

Los profetas y las profecías



   Los profetas ya no sabían a qué dioses escuchar, porque sus profecías, pese a sus ambigüedades, no se cumplían. Consultaban con los ángeles, pero no conseguían descifrar los mensajes. 

   Entonces, con más incertidumbres que certezas, contemplaban las estrellas y las llamaradas ardientes del fuego, buscando señales, escudriñando en el vuelo de los pájaros algún indicio que los orientara. Pero permanecían sumidos en una oscuridad inquietante.

    Escuchaban desconcertados las voces de los vientos, los bramidos de los mares.

    Temían alguna otra catástrofe, algún otro diluvio que acabara de una vez con toda la humanidad y sus pecados.

    Y en medio de tanta confusión y desasosiego creían oír palabras desgajadas del árbol de la noche. sin embargo, fue solo una ilusión.

    Poco a poco se vaciaban de palabras y el mutismo se tornaba irreversible.

     El destino de los hombres, cada vez más a la intemperie.

                                                                                                  María Graciela Kebani

    

lunes, 4 de octubre de 2021

Inacabable

 



Sorpresivamente cayó la noche por las escaleras del cielo. A los tumbos. Detrás rodó la luna, desmesuradamente llena. El silencio permanecía colgado del vacío. Vacilante. El viento replegó sus alas como un pájaro dormido.

Las agujas del tiempo se clavaron a las doce. No hubo más luz que la blanca llamarada de  la luna.

Solo la noche despeñándose, inacabable.


                                                                     María Graciela Kebani

lunes, 27 de septiembre de 2021

Estaban ahí


 Estaban ahí, ocultas tras el muro de la noche. Estaban ahí, embozadas en sus oscuras túnicas.  Cuando quiso retroceder, no pudo.

                                                                       María Graciela Kebani


viernes, 24 de septiembre de 2021

La fuga

 

     


     Hacía horas que habíamos emprendido la fuga. Habíamos corrido kilómetros y kilómetros a campo traviesa. En un momento, creímos divisar una luz a lo lejos, sin embargo, cunado nos acercamos, advertimos que solo era una ilusión.

    Un atardecer comprobamos que el camino se bifurcaba. Presentimos que habíamos arribado a un punto en que los senderos de la vida y de la muerte se anudaban.

     Discutimos y finalmente acordamos dejar al azar la elección.

     No sabemos qué nos aguarda, pero no tenemos más  alternativa que seguir corriendo.


                                                             María Graciela Kebani

martes, 21 de septiembre de 2021

Aquella noche la muerte

 



Aquella noche la muerte

colgaba de los árboles, 

con su cara alunada.

El invierno entumecía

hasta los huesos.

Un viento helado agitaba su túnica

de bruma y de silencio.

Y en el viento,

la muerte, 

espectral,

impiadosa,

iba dejando su huella

de dolor y de espanto.

Y entonces,

la muerte,

más oscura que la noche,

más oscura que una maldición

arrojaba ráfagas

de gritos, 

de llantos

que nos sacudían,

que nos aturdían,

que nos abrumaban.

Y buscábamos respuestas,

y buscábamos señales, 

y nada, 

nada que calmara

tanta sed,

nada que alumbrara

 tanta oscuridad.

                                María Graciela Kebani

domingo, 19 de septiembre de 2021

Un torbellino de recuerdos



Un torbellino de recuerdos me retumbaba en la cabeza. Pero la memoria continuaba vacía.

Pájaros que revoloteaban en círculos concéntricos.

Un torrente de palabras se precipitaban en mis manos.

No podía ordenarlas. No podía encontrar aquellas palabras que me habían acompañado durante toda mi vida.

Las palabras ahora agitaban sus alas y giraban sobre mi cabeza. Y no conseguía atraparlas. Escapaban volando y me dejaban mudo.

Y las palabras subían, se perdían ente las nubes.

Y yo, allí, solo, tratando de cazar las palabras como mariposas.

Y entonces comenzaron a aletear en mi memoria algunos de esos recuerdos que marcaron la historia de mi vida. 

Y las palabras pudieron ordenarse. El pasado se iluminó con claridad meridiana.


                                                                                          María Graciela Kebani

martes, 14 de septiembre de 2021

Presagios



 

                  El tañido de las campanas preñó el viento de presagios. El frío de la noche punzaba hasta los huesos. Mudas, las sombras se congelaban en las esquinas. 

                  En la torre, las campanas desgranaban tétricas campanadas que el eco multiplicaba, impío.

                 En la fuente, alas de mariposas.                      

                                                                                             María Graciela Kebani

Solo quedaban cenizas

 



Buscó en todos los rincones, abrió y cerró cajones, abrió y cerró puertas y ventanas, subió y bajó escaleras, pero no encontró nada.

No conseguía recordar. Su memoria se negaba a iluminar aquellos años y el recuerdo que lo atormentaba.

De repente, en la penumbra descubrió la biblioteca. La biblioteca que rebasaba de libros. Entonces renació su esperanza.

Empezó a hojearlos. Volaba el polvo acumulado por el paso del tiempo y que nublaba su memoria aún más.

Pero en los libros no apareció lo que buscaba con tantas ansias.

En muchos de esos libros había permanecido atrapada su infancia.

Una mariposa aleteó en la bruma que el polvillo había provocado. Un objeto brillante relumbró ante sus ojos, sin embargo, se esfumó cuando intentó apresarlo.

Finalmente, su mirada se topó con aquel hogar donde ya no ardía ningún fuego. Se acercó. Su corazón empezó a latir descontrolado.

Pero, solo quedaban cenizas.

                                                                                           María Graciela Kebani

lunes, 13 de septiembre de 2021

Para volver a soñar

 


Los muertos 

rondaban

como sombras

la memoria aletargada.

El dolor nos clavaba sus espadas 

y el peso de la noche

nos agobiaba.

Y la muerte nos miraba

con su mirada hueca.

Y la muerte nos hablaba 

sin pronunciar palabra.

Pero el llanto

nos ensordecía,

nos quebraba

hasta los huesos.

Y la sangre derramada

nos ahogaba,

empañaba nuestras manos, 

teñía de rojo nuestras pesadillas.

Y entonces

despertábamos

 para volver a soñar

con la muerte,

para volver a soñar 

con los muertos.

                     María Graciela Kebani

sábado, 11 de septiembre de 2021

Mensaje

    


     Cuando llegó a la playa, amanecía. Un sol resplandeciente renacía y una extraña luminosidad teñía la atmósfera. Entonces, allí, en esa soledad cautivante, sin vacilar, lanzó la botella para que el mar la llevara lejos, muy lejos. Para que alguien, en algún lugar de la tierra, la recogiera. Para que alguien, por fin, respondiera.

           Pero, su corazón sabía que nadie la recogería, y mucho menos, le respondería. 


                                                                               María Graciela Kebani

miércoles, 8 de septiembre de 2021

El infinito vacío del Universo.

 


Merodeaba la muerte sobre la faz de la tierra. Agitaba sus lóbregas alas. Como un cuervo.

Y la oscuridad velaba nuestras almas. Y la noche ensombrecía aún más nuestros corazones. 

Huérfanos de luz, huérfanos de fe, huérfanos de toda esperanza.

Alzábamos la mirada al cielo, buscando alguna estrella. Pero el cielo solo reflejaba el infinito vacío del Universo.

                                                                                                           María Graciela Kebani

martes, 7 de septiembre de 2021

Infierno



    Repentinamente se acabó la guerra. Entonces la tierra se pareció más al infierno que al paraíso tan anhelado.  Un infierno que helaba la sangre y los recuerdos.

    Y el espíritu de Dios anduvo errante, pero no encontró ningún refugio ante la impiedad de los hombres.

                                                                        María Graciela Kebani

lunes, 6 de septiembre de 2021

La última batalla

 




           Después de la última batalla, la muerte desdentada mastica su victoria.

                                                                                   María Graciela Kebani

jueves, 2 de septiembre de 2021

Aquel llanto

 



   Cuando llegó a la esquina, se detuvo a esperar el cruce de la avenida. El ruido del tráfico era ensordecedor. 

La luz verde del semáforo habilitó el cruce. Pero una vez que llegó a la otra orilla, un descampado se extendió ante su mirada atónita.

No quedaban rastros de edificios, ni de tránsito, ni bocinazos.

Tanta quietud estremecía. Como esa quietud espectral que se respira en los cementerios.

Ni cruces ni lápidas. Solo una claridad neblinosa. Una sensación de infinitud, y un silencio escalofriante, lo sobrecogían.

Avanzó como un sonámbulo. 

El llanto descarnado de niños clamando desde el más brutal desamparo le estallaba en los oídos.

Mientras avanzaba, el llanto atroz de niños y niños retumbaba en su cabeza, lo aturdía y le iba perforando las entrañas. 

Las lágrimas resbalaban por su rostro como una lluvia torrencial.

Y ya no pudo continuar porque ese  llanto se le metía dentro, muy adentro y le desgarraba el corazón. Ese llanto lo sumía en la impotencia más absoluta.


                                                                                                 María Graciela Kebani


miércoles, 1 de septiembre de 2021

Sin palabras

 


Jadeante se detuvo ante la puerta. Cuando la abrió, un mar desorbitado lo dejó sin palabras.


                                                                                          María Graciela Kebani





 

lunes, 30 de agosto de 2021

Aquel llanto

 


Cuando llegó a la esquina, se detuvo a esperar el cruce de la avenida. El ruido del tráfico era ensordecedor. 

La luz verde del semáforo habilitó el cruce. Pero una vez que llegó a la otra orilla, un descampado se extendió ante su mirada atónita.

No quedaban rastros de edificios, ni de tránsito, ni bocinazos.

Tanta quietud estremecía. Como esa quietud espectral que se respira en los cementerios.

Ni cruces ni lápidas. Solo una claridad neblinosa. Una sensación de infinitud, y un silencio escalofriante, lo sobrecogían.

El llanto descarnado de niños clamando desde el más brutal desamparo le estallaba en los oídos.

Mientras avanzaba, el llanto atroz de niños y niños retumbaba en su cabeza, lo aturdía y le iba perforando las entrañas. 

Las lágrimas resbalaban por su rostro como una lluvia torrencial.

Y ya no pudo continuar porque ese  llanto se le metía dentro, muy adentro y le desgarraba el corazón. Ese llanto lo sumía en la impotencia más absoluta.


                                                                                                       María Graciela Kebani

sábado, 28 de agosto de 2021

Hacia la luz




        Salió a apuñalar las sombras de la noche y con sus propias manos desenterró el sol y su fuego desenfrenado encendió de luz la vida sobre la tierra.

                                                                                                      María Graciela Kebani

Caos

 


De repente, un viento con fuerza descomunal como un dragón enfurecido lanzó ráfagas tremebundas que arrasaron ciudades, pueblos, selvas y bosques, flores y pájaros, campanas con sus campanarios. Barrieron sin piedad la memoria con todos sus recuerdos, himnos sacros y profanos, poemas, corazones...

Libros que se deshojaron como árboles.

Cielos que perdieron sus soles y sus lunas.

Plazas que giraron como calesitas y hamacas que echaron a volar como palomas.

En medio de vertiginosos torbellinos desapareció el llanto de los niños, se esfumaron dioses y miedos, sueños, deseos y las pesadillas más horrendas.

Rugieron los leones y sus rugidos fueron devorados por el arrollador vendaval.

El tiempo detuvo su carrera. No hubo más amaneceres ni sombras que parieran las noches.

No hubo palabra que pusiera fin al caos.


                                                                                                        María Graciela Kebani


miércoles, 25 de agosto de 2021

Precipicio

 



                                  Se encabritó el caballo de la noche y se precipitó al vacío.

           

                                                                            María Graciela Kebani

jueves, 19 de agosto de 2021

NO HUBO TIEMPO

 


       El ala de un pájaro descomunal cruzó el cielo y en un segundo, desapareció el sol sin dejar huellas. Hasta el aire rebasó de sombras. Entonces la noche revoloteó como un cuervo, oscuro y siniestro.

       Cuando quisieron huir, no hubo tiempo.       

                                                                                       María Graciela Kebani

jueves, 12 de agosto de 2021

El vaticinio

      


       Con la llegada de la noche, empieza mi suplicio. Sé que vendrán a asesinarme amparados por las sombras.

       En cualquier momento podría cumplirse el vaticinio. Por eso, me mantengo alerta y ante el menor indicio de ataque saco el arma para defenderme.

       Hasta que una noche despiadadamente tomentosa, mientras los truenos aturdían mis oídos y los relámpagos enceguecían mis ojos, sentí una fuerte punzada en el pecho y una lluvia de un líquido pegajoso empapó  por completo mis manos.  

                                                                                  María Graciela Kebani

lunes, 9 de agosto de 2021

EL PUENTE

 


           Bruscamente estalló en mil pedazos el puente que llegaba al cielo.

           Entonces nos quedamos solos, bogando a la deriva.

        

                                                                           María Graciela Kebani

Fantasmas

         


          La casa se hallaba en penumbras. Afuera, una niebla densa, ominosa. Las sombras merodeaban como figuras espectrales.

        Un ladrido de perros arañó el silencio y enturbió aún más la noche.

        El gato que descansaba al calor del fuego se sobresaltó cuando crujieron los escalones de la escalera.

        Se dispuso a verificar si la puerta estaba perfectamente cerrada.

        Los perros volvieron a ladrar.

        No advirtió que dentro de la casa rondaban los fantasmas que tanto temía.  


                                                    María Graciela Kebani

EL GRITO

 




       Clavó la noche su espada encendida de miles de estrellas en mi garganta. La estridencia luminosa del grito atravesó los confines del Universo.


                                                                            María Graciela Kebani

domingo, 8 de agosto de 2021

Bajo un sol agobiante

     

      El calor era insoportable. Su cuerpo destilaba agua por todos los poros. Andaba esquivando las calles soleadas. Seguramente el trayecto seguía una línea zigzagueante que demoraría la llegada.

     Sin embargo, cuando supuso que había dado con la calle, no podía encontrar la casa. Tampoco la recordaba bien. Solo la memoria guardaba la imagen de una reja negra.

    De repente, creyó encontrarse delante de ese portón.

    La casa parecía abandonada. Sin embargo, al fondo del zaguán descubierto alcanzó a divisar un gato que parecía descansar a la sombra de una enmarañada vegetación.

   Buscó el timbre, pero no lo vio. El sol daba de lleno sobre su cabeza.

   -Señor, disculpe, aquí desde hace tiempo no vive nadie.

  -¿Está seguro?

 -Por supuesto, vivo en esta cuadra hace más de diez años.

  -¿Y ese gato?

  ¿Cuál?

  -El que está allá entre aquellas plantas.

  -¡Ah! Es una escultura. Sí, los que vivían aquí amaban a los gatos.

  -Yo viví en esta casa durante los primeros años de mi niñez. Viví con mis tíos. No recuerdo casi nada de aquellos días. Sí recuerdo un gatito blanco que corría por todo el jardín del fondo. Ya no podré reconstruir aquellos años de mi vida.

    El vecino desapareció tan misteriosamente como había aparecido y lo dejó allí, bajo el sol agobiante y con los recuerdos que se entremezclaban en su memoria.

     Ya no podría saber si en aquellos años había alcanzado alguna vez el paraíso.

                                                                                              María Graciela Kebani

  

jueves, 5 de agosto de 2021

Corrí desaforadamente

 



          Corrí desaforadamente por las playas desiertas. Busqué castillos en la arena. Busqué en el mar sirenas y  otras maravillas, algún barco que me llevara lejos.

Por momentos el viento me zarandeaba como una bandera.

Mientras, un sol de fuego se hundía, allá, en un horizonte enrojecido.


                                                                                    María Graciela Kebani


viernes, 16 de julio de 2021

Me perdí

         


           Me perdí buscando el paraíso una noche de luna llena y me quedé sin voz de tanto clamar a los dioses.

           No hubo repuestas, solo un silencio ominoso permeando hasta los huesos.

                                                                                         María Graciela Kebani

                                                                                         


lunes, 12 de julio de 2021

Como una rosa

 



             En medio de un silencio cargado de señales, se abrió la noche como una rosa y en la fuente cayeron sus pétalos de sombras.


                                                                                                     María Graciela Kebani

miércoles, 7 de julio de 2021

¿Dónde se perdieron los sueños?

 


¿Dónde se perdieron los sueños?

¿Dónde quedaron aquellos días de infancia?

¿En qué fuente se ocultaron las sirenas?

¿En qué jardín se extravió la adolescencia?

¿En qué mar se hundieron los recuerdos? 

¿En qué playas quedaron marcadas mis huellas?

Los castillos de arena se habían desmoronado.


                         María Graciela Kebani

Y ENTONCES EL DOLOR


                                                         "...Y el dolor empezó a mancharlo todo:

                                                           la mañana, / el amor/ el papel donde cantábamos..."


Y entonces el dolor

empezó a crecer

como una mancha ingente

esparciéndose,

incontenible,

entre la gente.

y entonces el cielo

azul y transparente

se nos hizo trizas

entre las manos.


Un sol ardiente

se astilla

en pleno mediodía

y entonces las sombras

se tornan más viscosas,

más densas.

Y las calles,

más oscuras, 

más siniestras.


De repente, nos cerca,

nos asfixia,

nos aplasta

con su garra implacable, 

la miseria.

martes, 6 de julio de 2021

Nadie dijo nada

           


            Nadie dijo nada. Todos permanecieron mudos, completamente mudos. Con los ojos fijos en algún punto del cielo que, como un espejo, reflejaba el cristal de la luna hecho añicos en las quietas aguas del estanque.

                                                María Graciela Kebani

Ya nadie recordaba



         Ya nadie recordaba. La memoria se vaciaba y no encontraban manera de remontarse al pasado para poder construir el presente. Ese presente que los agobiaba.

          Los recuerdos se iban deshojando y acababan arrastrados por el viento.

          Imposible recomponer las piezas del rompecabezas.

                                                                                              María Graciela Kebani