Sembré la tierra de palabras. Regadas por la lluvia germinaron y florecieron poemas. El viento los llevaba entre sus ramas y los dejaba caer como las doradas hojas del otoño.
Y así la poesía se esparció su luz sobre la faz de la tierra. Sus versos encandilaron a los hombres y su perfume les recordaba el paraíso alguna vez perdido.
María Graciela Kebani
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