sábado, 9 de diciembre de 2023

Desamparo

           







         La noche abrió su oscura bocaza y devoró sin parpadear la luna y todas las estrellas. Un silencio espectral se extendió como una pesadilla inacabable.

         Y la oscuridad exhibió su descarnada máscara de sombras.

         Y así la abismal negrura de la noche reveló nuestro más profundo desamparo.


                                                                          María Graciela Kebani

martes, 5 de diciembre de 2023

Primero fue un grito

 





Primero fue un grito, un grito lacerante, un grito que rasgó el corazón de la noche.

Después otro y otro y otro y fue creciendo como un alud endemoniado que va devorando todo a su paso.

Y el grito primigenio se multiplicó hasta expandirse por todos los rincones del planeta.

Y el grito de los hombres colmó todo el vacío del Universo.


                                                                          María Graciela Kebani

jueves, 23 de noviembre de 2023

Bajé del colectivo

 





   Bajé del colectivo y empecé a caminar hacia lo que me pareció una plaza. A medida que me iba internando por un camino flanqueado de árboles altísimos no distinguía ningún banco ni fuente ni una calesita que me recordara que caminaba por una plaza o un parque. Por el contrario, cuanto más avanzaba, más árboles me rodeaban. 

     No se escuchaba ningún ruido ni el trino de algún pájaro perdido. Tampoco había faroles que comenzaran a encenderse ante la falta de luz... Sin embargo, debían ser solo las cuatro de la tarde...

    De repente, una brusca frenada del colectivo sacudió todos mis huesos.

    Alguien gritó y mi sobresalto fue aún mayor. ¿Por dónde andaba? 

    ¿Se enredaba mi mente en un bosque de sombras?

     Se iba mi cuerpo solo por ese sendero que se adentraba cada vez más en la negrura.

     De repente, una brusca frenada del colectivo sacudió mis huesos. Alguien gritó y mi sobresalto fue aún mayor.

     Y violentas ráfagas dispersaban mis huellas que se iban alejando. 

      Y por la ventanilla veía cómo pasaban las siluetas de los árboles sacudidos por el viento que hacía rato había empezado a aullar como un lobo en mis oídos.

                                                                                                             

                                                                                                                                                                          María Graciela Kebani


              

sábado, 21 de octubre de 2023

Plegaria

 





     Fue inútil. No encontrábamos la salida. Subíamos y bajábamos las escaleras interminables. Abríamos y cerrábamos puertas. Pero ninguna nos conducía al mundo exterior. Desorientados recorríamos pasillos y más pasillos. Nos perseguían las sombras y los remordimientos. Hasta que alguien empezó a rezar. Su voz resonaba patética entre los muros que nos cercaban. Sus palabras parecían perderse en ese aire enrarecido. El agobio y la desesperación nos impedían apropiarnos de esa plegaria que se elevaba hacía un cielo que no podíamos alcanzar. Sin embargo, sin que lo advirtiéramos, poco a poco, nuestros corazones comenzaron a abrirse y las palabras encontraron eco en nuestros labios. Y las salvíficas palabras manaban a borbotones, cada vez más sonoras y claras. Nuestras voces se unieron y hubo entonces una sola plegaria. En ese momento creímos fervientemente que alguien nos estaba escuchando.

 
                                                                                        María Graciela Kebani

viernes, 13 de octubre de 2023

Todo colapsó en un instante

 





   Un viento huracanado hizo volar por el aire las sombras de la noche. Estallaron todos los relojes y no hubo ni horas ni minutos ni siquiera segundos.

   La luna se desplomó con toda su blancura en medio de un mar furibundo donde permaneció flotando hasta que olas desaforadas la zarandeaban como una esfera de nácar.

  Los pájaros extraviaron su rumbo.

  Las estrellas intentaron recomponer el rompecabezas. No hubo manera. 

  Todo colapsó en un instante.

  Sin embargo, en algún sitio, en los confines de la tierra, anidaba un brote de esperanza.


                                                                  María Graciela Kebani

miércoles, 27 de septiembre de 2023

El pacto

 

     Un ogro feroz e impiadoso asolaba a un pequeño pueblo perdido entre altísimas montañas. Entonces el alcalde decidió enviar al pícaro y astuto Gato con Botas cuyas hazañas se conocían más allá de los mares para que se deshiciera de tamaña amenaza.

    El felino, sin dudar un segundo, aceptó el desafío. Se despidió, con una elegante reverencia y prometió que en siete días regresaría para confirmarles que el peligro había desaparecido.

     El ogro lo recibió encantado. El Gato sin tapujos le planteó la misión que le habían encargado. Expeditivo, le propuso a su contrincante dirimir la cuestión a través de una partida de ajedrez. El triunfo del felino determinaría que el Ogro debería replegarse y dejar de devastar al poblado, harto ya de sus fechorías.

      Entonces, ambos se dispusieron a competir de muy buen talante.

      Como era de esperar, triunfó el Gato con Botas. Sin usar ni siquiera una espada ni derramar una gota de sangre.

      Satisfechos firmaron un tratado de paz y de amistad. De ahora en más, una nueva edad de oro, de convivencia pacífica, libre de agresiones y de violencia se mantendría por los siglos de los siglos. 

      Déjenme aclararles, amigos lectores, que este es solo un cuento.

      Cualquier semejanza con el mundo real, es mera coincidencia. 

                                                                         María Graciela Kebani

Solo encontraron muertos

 





    El viento cruzaba las esquinas de la noche.

    Vestidos de sombras andaban las fantasmas con la luna a cuestas.

     Salieron de sus cuevas los demonios buscando las almas de los hombres para incrementar el infierno con nuevos pecadores.

    Pero solo encontraron muertos. Cadáveres mutilados sobre la tierra. 

    El aire se volvió irrespirable.

    En el viento cabalgaba la muerte pregonando su victoria.


                                                                          María Graciela Kebani

viernes, 22 de septiembre de 2023

El mismo sueño

             






           Durante varias noches soñó el mismo sueño. Caminaba por un sendero de añejos plátanos que trepaban con sus ramas hacia el cielo. El crujido de las hojas revelaba una tristeza infinita. La luna andaba enredada entre las nubes. Aparecía y desaparecía como un fantasma. 

            De repente, se encontró rodeado de lápidas, cruces, bóvedas... Una atmósfera sobrecogedora. Un temblor oscuro le recorrió todo el cuerpo.

            Creyó que dormía, sin embargo, sus ojos estaban abiertos de par en par.


                                                                  María Graciela Kebani

Mi mano oprimió el vacío

 





       Estábamos tan agotados que nos sentamos en el primer banco desocupado de la plaza. Fue algo así como descubrir un oasis en medio del desierto. Yo no recuerdo cuánto tiempo estuvimos allí, a la sombra de una araucaria gigantesca. Solo sé que cuando nos levantamos para continuar nuestro camino, le tendí la mano. 

      Mi mano oprimió el vacío. 

                                                                       María Graciela Kebani

viernes, 8 de septiembre de 2023

Esquivando el destino

 





     De repente, me encontré solo, en medio de una playa desierta. Solo, con los pies hundidos en la arena, el cielo y el mar rodeándome. El reloj se hundió en el mar. Se acabó el tiempo. El espacio se tensó como la cuerda de una arco y cielo y tierra se confundieron.

      Abrí la mano y dejé que un puñado de arena se deslizara por mis dedos. Entonces me di cuenta de que en ese montoncito de arena se me iban los días, se me iba la vida y me sentí más solo que aquella gaviota que sobrevolaba el mar sin rumbo fijo, esquivando su destino.

    
                                                                                       María Graciela Kebani   








martes, 29 de agosto de 2023

Todos callaron

 





            Todos callaron. Nadie se atrevió a pronunciar una sola palabra. Bajaron la cabeza y apretaron los puños. 

            La noche continuaba tejiendo su red de sombras y de silencio.

            Ninguna voz quebró el cristal de la mañana.

            Ninguna voz se impuso a la voz del viento.


                                                                                                María Graciela Kebani

domingo, 6 de agosto de 2023

El baldío

 





     No encontró la calle ni la casa ni nada. Desdobló por enésima vez el papel donde tenía anotada la dirección. No había ninguna coincidencia. Y preguntó una y otra vez a los que se cruzaban en su camino. Y nadie atinaba a responderle. Lo miraban con perplejidad y parecían dudar de su cordura. 

      Hasta que, repentinamente, creyó descubrir en una esquina un cartel con el nombre de la calle que había buscado con desesperación, con infinita angustia. 

       Sin embargo, solo halló un terreno baldío. De la casa solo quedaban los azulejos de lo que seguramente había sido una cocina.


                                                                                     María Graciela Kebani

miércoles, 26 de julio de 2023

Como la gota de rocío en una hoja

 




      Quise gritar y no pude. Intenté correr, pero mis piernas no me respondieron. Abrí los ojos y mi mirada quedó colgada del precipicio que se abría ante mí con la intención de devorarme.

       Y me quedé ahí, al borde del abismo, suspendida como la gota de rocío en una hoja.

                                                                                                                                                                                                                             María Graciela Kebani

martes, 11 de julio de 2023

El túnel de la memoria

   




  -¡Hey! ¿Hay alguien aquí?

     Recorrí la casa de arriba abajo y no encontré a nadie. Sin embargo, alguien me había abierto la puerta. De repente, en un rincón, una antigua muñeca con rizos dorados me devolvió la infancia en un instante. Y entonces vi la mecedora con el tejido y la biblioteca repleta de libros y en uno de los estantes dormitaba mi gato colorado. 

     Y vi desfilar a los tres mosqueteros, a Aladino, con su lámpara maravillosa, a Simbad, el marino, al Conde de Montecristo.

    Alicia bajaba las escaleras corriendo perseguida por el conejo. Y allá, en el pasillo de la planta alta se paseaban Gulliver y Tom Sawyer. El travieso Tom, seguramente, ansiaba resbalar por el pasamanos.

   En cualquier momento, pensé, aparecen Blancanieves y los siete enanos.

   De pronto, pronunciaron mi nombre y luego, una voz que llamaba: "¡A tomar la leche!" Y tuve miedo. Esa voz salpicada de ternura y de cariño, me paralizó. Y cerré los ojos y no pude apretar las lágrimas.  

    Y quise huir de aquella casa, huir de esa voz que me interpelaba tan dolorosamente. Sin embargo, me quedé allí, esperando. Esperando que los recuerdos se perdieran en el oscuro túnel de la memoria.

                                                                                 María Graciela Kebani

domingo, 9 de julio de 2023

VENTANA ABIERTA

 





Ventana abierta

a una tarde de otoño

encandilada, 

suspendida

de un cielo transparente,

adormilado;

y los barcos 

anclados en el puerto,

varados en el viento

que se balancea

blanco,

por entre las blancas velas.

En mi taller

el tiempo 

se queda detenido;

han desaparecido

la urgencia y la rutina.

Mi cuerpo 

empequeñecido

permanece, aquí, 

quizás, 

encarcelado.

Y el alma

desprendida

de su ancla, 

a través de la ventana 

se va

hacia la luz, 

a la aventura.

                                María Graciela Kebani





martes, 13 de junio de 2023

"Chicha"

      

                                                                                                                   




                                                                                 A la memoria de Víctor Sebastián Barreto


     El frío clavó sus filosos dientes en el vientre de la noche. Un viento despiadado desparramó las sombras mientras las ráfagas heladas barrían salvajemente el basural.  

     Esa noche, como todas las noches, trepó al camión con el hambre horadando las entrañas, con el hambre rasguñándole hasta los huesos, con el frío cortándole la cara como un cuchillo.

     Y ahora una llovizna lacerante hincaba sus púas en todo el cuerpito sin más abrigo que un pulóver desgastado. 

    Sus manitas ya no conseguían aferrarse al camión recolector que no dejaba de zarandearse de aquí para allá.

    Hasta que sucedió lo inevitable. Una maniobra brusca del conductor ladeó el vehículo de tal manera que Chicha cayó bajo una de las ruedas cuando no pudo sujetarse más.

    El camión continuó avanzando por un camino de barro y de sangre.


                                                                      María Graciela Kebani

viernes, 26 de mayo de 2023

Obviamente

 




           -¡Y dónde está Dios?

           Nadie le respondió.

           Tampoco Dios, obviamente.   

                                  María Graciela Kebani

El formulario

 



    -Joven, necesito averiguar...

    -Sí, sí, pero primero tiene que completar este formulario...

    -¿Todo esto?

    -No se asuste. solo debe completar los espacios en blanco, tachar y poner cruces.

    -¿Algo más?

    -Sí, una solicitud y... ¿Qué sucede?

    -Está bien. Creo que ya olvidé para qué vine. 

                                                               María Graciela Kebani

lunes, 22 de mayo de 2023

Sorpresivamente

 


                   Sorpresivamente alguien abrió la jaula de la noche. Un oscuro pájaro de gigantescas alas echó a volar y ensombreció aún más el cielo de los hombres.  


                                                                                          María Graciela Kebani

viernes, 19 de mayo de 2023

La otra historia

 








     La noche cubrió el cielo como una mancha de tinta. La reina, bruja avezada en brujerías varias, abrió el portón del castillo y se topó cara a cara con Blancanieves. A esa hora su rostro resplandecía con la luz de una luna, tan llena como plateada. 

      Aterrada, la hechicera, que más malvada no podía ser, descubrió que su hijastra le tendía su níveo brazo y le ofrecía candorosamente una enrojecida manzana. Parecía recién cortada del  mismísimo árbol del paraíso.

      ¿Y ahora? ¿Cómo continúa este relato? ¿La despreciable bruja comerá la tentadora manzana?

     ¿Qué hacemos cuando la historia ha sido subvertida?

    Oh, estimado lector, dejo librada a tu imaginación la continuación de este cuento.

    Debo confesarte que detesto narrar los finales de estos relatos que rompen con la tradición.

    Tampoco quisiera creer que esta sea la historia de una burda venganza. 


                                                                                  María Graciela Kebani

martes, 16 de mayo de 2023

El silbido

 



     Empecé a bajar resignado por las escaleras. Estaba cansado, pero no me quedaba otra. El ascensor  otra vez no funcionaba. Tenía diez pisos por delante. Esperaba que, por lo menos, nadie me entretuviera durante el descenso. Desgraciadamente las escaleras carecían de iluminación natural. La luz artificial me deprimía. 

       Cuando me encontraba en el octavo piso, creí escuchar algo así como un silbido agudo, punzante. Me volví y no vi a nadie. Como sospechaba. Reanudé el descenso. El silbido se tornó más intenso y sentía que me perforaba la cabeza. Apuré el paso.

       Finalmente llegué a la planta baja. El silbido continuaba zumbándome en el cerebro como un moscardón. Detrás de mí, nada. ¡Nadie, nadie! No había nadie a mis espaldas. Pero el insidioso zumbido me ensordecía cada vez más y amenazaba perforarme hasta los huesos. 

       Entonces escuché mi voz que gritaba: "¡Ya basta, basta!"

       Y vi mis manos enloquecidas que trataban de destruir el inacabable zumbido. 

       Después no escuché nada más. Silencio absoluto. 

       Tal vez había estrangulado el silbido con mis propias manos.

                                                                               María Graciela Kebani

 




jueves, 4 de mayo de 2023

Eran las doce





 

             Eran las doce. La hora de las brujas y de los hechizos. La hora de los duendes y las hadas. La hora en que los espíritus aletean sobre el mundo de los vivos.

             Las puertas del misterio se abren y se desbandan los espectros y el miedo sobrevuela los insondables huecos de la noche. 

              La realidad se vuelve irrreal, siniestra. Nada es lo que parece. Se esfuman los contornos. Se arremolinan las asombras como las hojas secas. El viento cuelga de los árboles como un ahorcado y el silencio ahonda la oscuridad. 

               Un repentino timbrazo sacudió la casa. 

               Eran las doce. Sí, las doce. Del mediodía. 

                                                                                          María Graciela Kebani

domingo, 23 de abril de 2023

Como boca de lobo

 





   Busqué en el cielo el espejo redondo de la luna. Nada. Ni siquiera rastros de alguna estrella. Solo la inextricable oscuridad de la noche, abierta como boca de lobo.

                                                                                       María Graciela Kebani

lunes, 3 de abril de 2023

¿Qué hay de nuevo, viejo?

 



    Abrí la puerta y me topé cara a cara con Bugs Bunny.

    -¿Qué hay de nuevo, viejo? -me espetó con total desparpajo, mientras mordisqueaba una zanahoria.

    -¿De nuevo? ¿En este mundo? No, no hay nada nuevo. Por el contrario, los hombres continúan matándose entre ellos, como si nada; otros se mueren de hambre o por una pandemia causada por un virus ingobernable. Las especies siguen extinguiéndose y los ecosistemas, deteriorándose día a día.

     El recalentamiento global no se detiene. El narcotráfico avanza incontrolable. Tampoco han desaparecido la intolerancia, el racismo, la xenofobia ni los más variados fanatismos. 

     -Bueno, bueno, me parece que tu visión resulta extremadamente pesimista. Tomate la vida de una manera más light. Te convido con una deliciosa zanahoria. Ya verás como todo cambia. 

     No supe qué responderle. Tal vez el conejo más experimentado que yo, tenía razón. 

    En ese momento descubrí que la zanahoria era muy saludable.


                                                        María Graciela Kebani

     

     





viernes, 24 de marzo de 2023

Dos rostros en un espejo






     Buscó su imagen en el espejo. El cristal le entregó dos rostros. No reconoció ni a uno ni a otro. Aterrorizado apagó la luz. 

                                                                                      Mará Graciela Kebani

Promesas

 





      No podía encontrar las llaves. Entonces, como llegaría tarde al trabajo, de inmediato decidí salir por la ventana. Me subí al primer caballo que pasaba por la esquina. Galopaba con un ímpetu increíble. De pronto, me pareció que que se elevaba por los aires desplegando sus alas como Pegaso. 

       El inconveniente surgió cuando advertí que el edificio donde trabajo no se hallaba en su sitio. Seguramente el tío de Aladino, que ejercía la magia más negra que blanca, había trasladado el edificio a otro lugar. Tomé los binoculares y descubrí que las oficinas aparecían en el centro de una isla desierta. Adiós presentismo. Imposible llegar a horario. Emprendí el regreso. En un abrir y cerrar de ojos Pegaso aterrizó en la azotea de mi casa.  Y allí en la terraza recuperé las llaves perdidas y me despedí de mi servicial amigo. Así pude ingresar por la puerta como corresponde y no por la ventana. 

Me prometí a mí mismo dejar de leer tantísimas historias fantásticas.

Después de todo, la realidad nos brinda a cada instante sorpresas increíbles.


                                                                                                  María Graciela Kebani

 


jueves, 9 de marzo de 2023

Solo quedaban sus sombras espectrales

 




     Primero busqué papel, luego un lápiz. Después salí a buscar las palabras. Sin embargo, el dolor era tan tremendo que hurgué por todas partes. Dentro, muy adentro y las palabras como fantasmas desaparecían y solo quedaban sus sombras espectrales. 

    Entonces rasgué la hoja en blanco y oprimí el lápiz en mis manos, sin embargo, sabía que en algún momento lo intentaría una y otra vez...


                                                                    María Graciela Kebani




domingo, 19 de febrero de 2023

El balcón

    



   Salió al balcón y una oleada de sol lo dejó sin aliento. Cuando sus ojos calibraron la distancia que lo separaba del asfalto, prefirió afrontar la vida y no enfrentarse a la muerte.


                                                                     María Graciela Kebani

viernes, 17 de febrero de 2023

La maleta

          

          



           El tren se detuvo en la estación. No subió ni bajó ningún pasajero. 

           Solo, allí en la penumbra, un niño. En sus manos sujetaba una maleta.

           En esa valija se refugiaban sus sueños.

           La bocina aturdió el aire. El tren se puso en marcha  y se perdió en medio de la bruma. 

           La noche crecía más allá de la estación. 

                                                        

                                                                           María Graciela Kebani

miércoles, 15 de febrero de 2023

Una estampida de gritos

    




    Una estampida de gritos y el llanto trepando por los lóbregos muros de la noche. Después, silencio. Un silencio ominoso, erizado de púas que se clavaban en nuestros corazones y no nos dejaban respirar. 

    Nos quedamos sin palabras. Solos.

    Con el grito ahogado en la garganta.

    Con el llanto deshecho entre las manos.

                                                                                María Graciela Kebani 

martes, 31 de enero de 2023

La sed

 



                                        


    Tomó un vaso, luego otro y otro y otro. Pero la sed no se extinguía. Al contrario, le iba carcomiendo las entrañas. Como el águila que Zeus, en venganza, le envió a Prometeo, el benefactor de los hombres.

                                                                                        

                                                                                               María Graciela Kebani




Solo el pétreo mutismo de las rocas



         Cuando despertó, estaba huyendo. Huyendo de todo y de todos. Corría como un viento huracanado, enceguecido, furibundo.

         Corrió hasta perder el aliento y cuando llegó al borde del precipicio, se lanzó al vacío. Se halló solo ante el pétreo mutismo de las rocas.

                                                                                        María Graciela Kebani

viernes, 20 de enero de 2023

Crepúsculo tranquilo





                                        A Benito Quinquela Martín

  El sol incendia

la hora

del crepúsculo.

Las venas

del cielo estallan

en rojos carmesíes

y naranjas.

Arde el aire

en el ardiente

fuego de la tarde.

Y el río

empurpurado

es una brasa

enardecida

que abrasa el puerto y lo encandila.

El puerto, 

al rojo vivo,

ya no es el mismo.

El atardecer del pintor 

lo transfigura

y una inquietante

ensoñación

flota sobre las aguas

encarnadas,

enrojecidas,

mientras,

barcos y barcazas

vagan

a la deriva

y resplandecen

con una luz

que estremece

y maravilla.

Pronto vendrán

las sombras de la noche,

sin embargo,

el ocaso parece

eterno. 

El río

cual león hambriento

devoró el sol 

y en un insante,

el puerto se encendió

como una hoguera.   

                    María Graciela Kebani

sábado, 14 de enero de 2023

Como Penélope



    Cuando el auto ingresó en el túnel, presintió que no saldría.

    Su esposa, como Penélope, aún continúa esperándolo. Sin embargo, a diferencia de la esposa de Ulises que tejía y destejía el sudario para el rey Laertes, ella lee una y otra vez las páginas de un libro que no acaba...


                                                                      María Graciela Kebani