viernes, 20 de enero de 2023

Crepúsculo tranquilo





                                        A Benito Quinquela Martín

  El sol incendia

la hora

del crepúsculo.

Las venas

del cielo estallan

en rojos carmesíes

y naranjas.

Arde el aire

en el ardiente

fuego de la tarde.

Y el río

empurpurado

es una brasa

enardecida

que abrasa el puerto y lo encandila.

El puerto, 

al rojo vivo,

ya no es el mismo.

El atardecer del pintor 

lo transfigura

y una inquietante

ensoñación

flota sobre las aguas

encarnadas,

enrojecidas,

mientras,

barcos y barcazas

vagan

a la deriva

y resplandecen

con una luz

que estremece

y maravilla.

Pronto vendrán

las sombras de la noche,

sin embargo,

el ocaso parece

eterno. 

El río

cual león hambriento

devoró el sol 

y en un insante,

el puerto se encendió

como una hoguera.   

                    María Graciela Kebani

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