Primero fue un grito, un grito lacerante, un grito que rasgó el corazón de la noche.
Después otro y otro y otro y fue creciendo como un alud endemoniado que va devorando todo a su paso.
Y el grito primigenio se multiplicó hasta expandirse por todos los rincones del planeta.
Y el grito de los hombres colmó todo el vacío del Universo.
María Graciela Kebani
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