jueves, 25 de marzo de 2021

Don Mini, el justiciero

                                         


  Un buen día, mi gato, "el bello durmiente", Mini, apócope de Minino, para los amigos, decidió dar un giro espectacular a su vida cómodamente sedentaria. Se calzó unas botas de un negro reluciente, una elegante chaqueta y se ungió un sombrero.

      Había planeado recorrer el mundo como un caballero andante a la manera, alocada, de Don Quijote.

       Después de acicalarse cuidadosamente, me pidió que le alcanzara una espada para completar su atuendo. Sin dudarlo, le entregué una gruesa aguja de tejer de mi abuela. La consideró adecuada, sin embargo, le pareció insuficiente. 

      -¿No tendrías alguna pistola o algún revólver?

      -No te conviene, Mini, te convertirás en un gato del Far West en lugar de un caballero.

      -Tienes razón. Heme aquí dispuesto a echarme a andar por los caminos para defender a los humildes y desprotegidos, a las doncellas en peligro y para hacer justicia. Además trataré de solucionar los problemas ambientales que nos afectan a todos. 

      Hasta en su forma de hablar, Mini se había apropiado de la investidura de un verdadero caballero andante. En realidad, su vestimenta recordaba más la de un mosquetero aventurero, tipo D' Artagnan, pero no le dije nada. 

      Entonces caí en la cuenta de que me quedaría solo, sin su entrañable compañía.

       -No te preocupes. Te conseguiré a la brevedad a un gato que se comporte como tal, vale decir, que se dedique a comer, dormir y te resulte una dulce compañía, algo así como un ángel de la guarda y que se conforme con una vida tranquila y sin sobresaltos.

      -Sabias palabras las tuyas, querido amigo.

      -Así es. Mis deberes me llaman a acabar con tantas injusticias. De ahora en más me llamaré Don Mini, el de las negras botas y el justiciero. Te enterarás de mis hazañas en todos los medios de comunicación.

       -¡Qué visión abarcadora tenía Mini de la realidad! 

       Un poco preocupado por sus vastas ambiciones, le solicité:

       -No la emprendas contra molinos de viento ni contra empresarios ultrapoderosos porque podrías salir muy malparado.

        Olvida tus preocupaciones. Me marcharé en cuanto esté listo.

        Y sin decir más, saltó  sobre mi regazo, empezó a ronronear y se dispuso a dormir como es costumbre ancestral en todos los gatos.

                                                                                        María Graciela Kebani

     

No hay comentarios:

Publicar un comentario