Al fondo del pasillo, el espejo. En el espejo la imagen de un hombre agobiado, envejecido, a quien no reconocía. No, no era él. Era otro. Otro que quería atravesar ese espejo y llegar a otro mundo. Escapar de la realidad que lo asfixiaba. Entonces contempló el jardín que se extendía ante su mirada atónita. Los árboles bordeaban senderos que se bifurcaban como sus deseos. Alcanzó a divisar una fuente y en el agua de la fuente, el rostro de un hombre, agobiado, envejecido.
María Graciela Kebani
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