Tendió la mirada mientras el sol encendía de rojos y de naranjas el cielo que atardecía. La llanura parecía una hoguera desatada, desmelenada.
A lo lejos, extrañado, contempló cómo un sinnúmero de siluetas renegridas, en medio de las llamaradas, esgrimiendo en sus manos una descomunal hoz relumbrante, segaban el aire calcinado.
María Graciela Kebani
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