domingo, 25 de abril de 2021

El lobo de Caperucita

            


          Anochecía y para colmo de males había extraviado el rumbo. Iba un poco a los tumbos por calles poco iluminados y medio retorcidos, serpenteantes. En medio de la oscuridad un parque me pareció un bosque y me causó tanta impresión que aceleré más el paso. De ninguna manera estaba dispuesta a atravesarlo. 

          Invoqué a Dios y a todos los santos.

          De repente, en la esquina creí distinguir una sombra que se acercaba.  

          -¿Quién es usted? -le pregunté aterrada.

          -Buenas noches. No te asustes. Soy el lobo y tú debes ser Caperucita.

          -¿Caperucita? 

          -Pues claro. Iremos juntos a visitar a la abuelita.

          -Me parece una idea estupenda. Por fin, encontré el camino. Ahora me doy cuenta para que llevaba esta canasta con una tarta de frutillas.

           Y colorín colorado este cuento aún no ha acabado. 

                                                                       María Graciela Kebani

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