Cavó con sus propias manos la tierra húmeda de rocío. Sembró de versos el cielo de los hombres. Repicaron las campanas del alba y la poesía corrió desatada como un río, inundando los valles y los mares, las arenas y la sangre y los jardines y las sombras... Corrió como lava de volcanes incendiando de soles los espacios. La poesía trepó por las escaleras del viento y giró arrebatada en los molinos y como lluvia fresca regó los sembrados y la tierra baldía. La música estalló expandiéndose entre violines, violas, laúdes y guitarras.
La poesía buscó ansiosamente las nubes, los corazones, los deseos, las golondrinas, abrió las alas como una mariposa y se llenó de azahares y de estrellas.
Y sembró de versos la tierra de los hombres…
María Graciela Kebani
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