¡Basta!
Basta de niños hambrientos
de lunas y de estrellas.
¡Basta!
Basta de niños sedientos
de sol y primaveras,
sin pan y con trabajo,
sin plazas ni muñecas.
Basta de niños
descalzos.
Huérfanos de abrazos,
de risas y de sueños,
recogiendo las sobras,
con el llanto
apretado en la garganta
y el dolor
perforándoles los huesos.
Niños que no saben
de palomas
ni de rosas,
que no conocen
de hadas,
ni de cuentos.
Basta de niños
sin más destino
que la noche
y el silencio.
María Graciela Kebani
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