domingo, 21 de febrero de 2021

Por tres veces

       

     Caminaba con prisa. Quería llegar cuanto antes. La luna colgaba del árbol de la noche y sus pasos resonaban en esas calles desiertas y brumosas. Sentía frío. Bastante frío y de cuando en cuando alguna ráfaga de viento lo empujaba y le congelaba la cara. Alguien lo llamó por su nombre. Se dio vuelta, pero no vio a nadie. Apretó el paso y se acomodó la bufanda. Por segunda vez creyó oír que lo llamaban. Siguió adelante cercado por sombras espectrales y un viento que por momentos le taladraba hasta los huesos.

     Temía tropezar si se apuraba demasiado.

      Y por tercera vez un voz desconocida pronunció su nombre en medio de un silencio perturbador. Ya no tenía dudas de que lo estaban llamando.

      Entonces con el corazón atragantado en la garganta, echó a correr como un caballo desbocado entre ráfagas huracanadas que pujaban por enlazarlo.

     A la mañana siguiente, en un callejón sombrío y desolado apareció el cadáver de un hombre estrangulado con una bufanda.

                                                                                                   María Graciela Kebani

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