Hacía horas que buscaba desesperadamente la salida de ese laberinto diabólico, pero no lo conseguía. Recorrí pasillos interminables y sombríos. Subí y bajé escaleras de niebla que no conducían a ningún lado.
De pronto, en la penumbra, una puerta. Otra puerta que también resultó falsa.
María Graciela Kebani
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