Traté de desechar las últimas imágenes de la sofocante pesadilla, pero no pude. Una y otra vez el sueño cerraba mis ojos, y entonces las imágenes distorsionadas reaparecían.
La boca redonda y blanca de la luna aullaba como la campanilla que anunciaba el paso del tren. La noche había soltado sus sombras, mientras los perros ladraban frenéticamente. La estación se hallaba desierta y neblinosa.
Todo resultaba siniestro. Hasta un gato se desprendió de la oscuridad y se deslizaba con sigilo por el andén. De repente, un maullido aterrador y el tren que venía avanzando por las vías con los faros brillantes como los ojos de un felino entre la niebla y el espanto.
¿Qué hacía yo parada en medio de las vías?
María Graciela Kebani
No hay comentarios:
Publicar un comentario