martes, 22 de febrero de 2022

Al borde de un precipicio

     



    Recorrí fatigosamente las estanterías de la biblioteca buscando el libro con el que había soñado durante años. Pero no lo encontré. No había libros ni dios ni nada que calmara mis dudas. Entonces, con desesperación creciente, busqué alguna salida que me permitiera escapar de ese ambiente opresivo. 

    Casi corriendo traspasé el umbral de una puerta disimulada. Tuve que cerrar los ojos para evitar el vértigo. Me hallaba al borde de un precicpicio.

                                                                                               María Graciela Kebani

miércoles, 16 de febrero de 2022

La inspiración

    


     

    La inspiración golpeó a su puerta. Le permitió pasar y, de inmediato, escribió el poema. Sin embargo, cuando llegó al último verso, consideró que el poema no lo satisfacía. Rompió la hoja con decisión inquebrantable. Habría que esperar. A través de la ventana vio cómo se iba apagando la luz del sol, mientras la noche dejaba caer el telón de sombras y silencio.

                                                                             María Graciela Kebani

El enano

 





        Aliviada, subió al tren. Buscó un asiento cerca de una ventanilla y, de inmediato, advirtió que el vagón estaba vacío. Sin embargo, en un rincón sombrío, creyó distinguir una diminuta figura, una especie de duende. Desechó la visión y su mirada descansó, por fin, en la ventanilla. Vio desfilar las últimas casitas y los árboles dorados con el barniz del otoño. 

       Cuando llegó a la estación, se apresuró a descender del vagón. Aterrada, se dio cuenta de que, efectivamente, era un enano y que también bajó del tren y la estaba siguiendo. Con el corazón palpitando enloquecido echó a correr. No podía reconocer por dónde andaba. El enano se le pegaba a los talones. Las hojas secas crujían y los perros comenzaron a ladrar desaforados. El terror la obnubilaba. Trató de ordenar su mente y controlar sus nervios.

       Cuando logró llegar, encontró al enano en el alféizar de la ventana riéndose con total desparpajo.

                                                                                                 María Graciela Kebani

martes, 15 de febrero de 2022

El puñal ensangrentado

     


          El puñal ensangrentado, la mirada extraviada y  un terror desorbitado lo delataon. Nadie podía dudar: se había convetido en asesino.

                                                                                  María Graciela Kebani

miércoles, 9 de febrero de 2022

Y entonces empezó la pesadilla.

       


  

      Hurgué en las caóticas páginas de la memoria las historias que me rondaban desde hacía años.

      Después de buscar y rebuscar, solo conseguí las palabras finales de un cuento. Y entonces empezó la pesadilla.

                                                                                           María Graciela Kebani

           

El umbral de la noche

   


    Nadie osó traspasar los portales de la noche.

   La luna se escurría por los pasillos interminables, mientras el tiempo ovillaba las horas hasta desaparecer.

    Un silencio ominoso se abría paso y colmaba todos los espacios.

     La oscuridad agigantaba sus reales de sombras para que nadie traspasara el umbral de la noche. 

                                                                                         María Graciela Kebani

viernes, 4 de febrero de 2022

Estaba allí

 


       Estaba allí, delante del espejo. Pero fue inútil. No supo quién era.

                                                                                María Graciela Kebani

Un pájaro

 





Un pájaro de alas doradas

cruzó la tarde

y se llevó

los últimos rayos del sol.

Mientras, dejaba caer

las oscuras plumas

de la noche.


                   María Graciela Kebani

jueves, 3 de febrero de 2022

Y venía la muerte

 



Y venía la muerte

sin pedir permiso,

blandiendo su afilada hoz

cual desaforado guerrero.

Y la muerte venía, 

con su negra cabellera

tremolando en el viento,

trepidante.

Y  venía  la muerte 

prepotente,

arrasando sembrados, 

pisoteando jardines,

vociferando.

Y llegaba la muerte 

con su antorcha encendida

con furia enfurecida,

con el fuego ardiendo

en su mirada,

mientras los muertos

riegan con su sangre

la tierra sedienta.

                           María Graciela Kebani