Nadie osó traspasar los portales de la noche.
La luna se escurría por los pasillos interminables, mientras el tiempo ovillaba las horas hasta desaparecer.
Un silencio ominoso se abría paso y colmaba todos los espacios.
La oscuridad agigantaba sus reales de sombras para que nadie traspasara el umbral de la noche.
María Graciela Kebani
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