lunes, 27 de mayo de 2024

De noche

 


 



     De repente, la tarde se volvió noche. Se esfumaron los límites. Todo se tornaba ambiguo y desaparecía. La vida entonces adoptó el rostro ciego de la muerte y el miedo, enmascarado, cruzaba de sombras las calles.


                                                                           María Graciela Kebani

miércoles, 22 de mayo de 2024

ARREPENTIMIENTO

 






    La noche era una maraña de sombras. ¿Qué sería de ellos? Solos. Se habían quedado solos. Sigilosamente reptaba el frío, penetrante hasta la conciencia.

   "¡Qué infame traidor! Él había asegurado que uno de nosotros lo entregaría. ¿Por qué me observan de ese modo?  yo no hice nada. ¿Qué le dirán? ¿De qué lo acusarán? Le había prometido... Esa miradas me acorralan." 

      Las sombras giraban como endemoniados trompos.

      "Lo abandonamos. No quise, lo juro, no quise hacerlo. Tratamos de defenderlo, pero Él se opuso."  

       El frío hincaba sus espinas en el alma.

        "Tuvimos miedo. Huimos como cobardes. Sus ojos están afilados como la hoja de un puñal. ¿Por qué no me dejan en paz?

        ¡Apresarlo a Él! ¿Qué crimen cometió? Rechazó nuestra protección. Me asfixia la oscuridad de la noche. Heladas tengo mis manos. Él , allí dentro, entre los hipócritas! 

         -¡A ti te hablamos! ¿Eres sordo?

         -¡Ah!   

         -¿No estabas con ese? 

         -¿Yo? ¿Con...?  

          -Con ese embaucador.

          -Con ese falso Mesías.

           -Mnnn... no.

       Un angustiante aleteo sacudió el viento.

       "¡Maldición, me reconocieron! ¿Me denunciarán? Me azotarán o me matarán... Y yo que le había jurado que siempre..."

        Habían herido al pastor. "Se dispersarán las ovejas del rebaño."

      -¿No eres uno de ellos?

       -¿No estabas con el nazareno?

        La noche se agrietaba.

        -No, no lo conozco.

        "Nunca te abandonaré."

        Un vagido de luz se dejaba oír a través de las grietas de la noche.

       -"Te seguiré hasta el fin. Me hallará la muerte contigo."

      -Tú estabas en el huerto con él.

     -No, no, jamás lo vi, jamás, lo juro.

      "Eternamente creeré en Ti."

      El dolorido canto de un gallo estremeció el candor del alba. "Antes de que el gallo despierte la aurora con su canto, me negarás una, dos y tres veces."

     Con una lágrima Pedro se alejaba entre los trémulos albores de la mañana.

    

                                                              María Graciela Kebani


En el camino

 


EN EL CAMINO 

    Andaba la noche, errante, sola y en sombras. El camino ascendía no se sabía adónde, fatigosamente pedregoso, sediento de luna. De vez en cuando el viento refrescaba la pesadez del viaje. Un silencio más tremendo que el silencio de Dios.

    "¡Mienten, mienten, fanáticos embaucadores! ¡Acabaré con todos ellos, los exterminaré sin piedad!" 

     El sendero se hacía más empinado; la oscuridad, más densa, más sofocante. El sudor culebreaba por todo su cuerpo, ciñiéndole el pecho, los brazos, las piernas... Y la pendiente subía, subía, serpenteante, entre penumbras. Avanzaba a tientas, arañando las telas de la noche, tropezando con sus propios pensamientos, buscando la verdad.

     "¿Hacia dónde voy? ¿Adónde me llevan mis pasos? Ni rastros de la luna, ni una estrella para estrella para encender esta oscuridad; ni una gota de agua para calmar mi sed."

      De pronto, un súbito destello lo encandiló, hiriendo con su deslumbrante claridad hasta sus imprecaciones. sus piernas sintieron los rasguños de las piedras y el peso de sus pecados.

     "¡Ah, eres Tú! Tú quien me llama y me persigue. ¿Qué quieres de mí? ¿Dónde estás? ¿Por qué te escondes? No puedo verte. Cerraste mis ojos con tus terribles rayos. ¡Revélame la verdad! No me dejes así, caído entre tantas tinieblas. ¿Quién, quién eres? ¡No me abandones ahora que nos hemos encontrado!"

        Cuando abrió los ojos, su mirada se anegó de sombras. También la sed se había apagado.

                                                                              María Graciela Kebani


lunes, 20 de mayo de 2024

Empecé a subir...

 








    Empecé a subir. El cansancio no me daba tregua. Las piernas me pesaban y creí que la cintura se me partiría en dos.

   Subía y subía y no alcanzaba nunca al tercer piso.

    Llegué a pensar que los escalones se multiplicaban hasta el infinito.

    Me parecía que la escalera se iluminaba más y más y que una corriente de aire refrescaba mi fatiga.

     Hasta que en el colmo de mi asombro me di cuenta de que en lugar del pasillo del departamento me hallaba al borde de un precipicio y a merced de un viento que me sacudía todo el cuerpo acalambrado.

     Allá, arriba, un cielo azul reverberante.

     No miré el abismo que se abría bajo mis pies porque corría el riesgo de perder el poco equilibrio que me quedaba.


                                                                 María Graciela Kebani

viernes, 17 de mayo de 2024

A pesar de los vivos...





-Señor Ministro, nuestro enemigo ha sido absolutamente derrotado. Hemos triunfado por la fuerza de las armas... 

-Y de la razón. Nosotros teníamos la razón, no se olvide. Luchamos para defender una verdad...

-¿Qué verdad, señor Ministro?

-La verdad, señor periodista, qaue nos ha guiado, ha nutrido las ingetes obras desplegasdas por nuestro gobierno. Esa verdad que...

-Comprenado, señor Ministro, comprendo. ¿Y los muertos?

--¿Qué muertos?

-Los caídos en la guerra.

-La patria los honrará para siempre.

-Los familiares no se contentarán con la honra.

-Discúlpeme, pero el gobierno no tiene por qué contentar a nadie. Debe cumplir sus fines cueste lo que cueste.

-¿A pesar de todo?

-A pesar de los vivos... y de los muertos.

                                                                             María Graciela Kebani

jueves, 9 de mayo de 2024

La frontera del grito

 



                 

 

           Se detuvo la luna en el umbral de la noche.

          El viento, después de errar por calles brumosas, cuajadas de silencio, se recostó en                los bordes del sueño.

           Nosotros esperábamos ansiosos su llegada de un momento a otro.

          Sin embargo, pasaban las horas y no llegaba y nuestra paciencia se iba agotando. Y              ya no sabíamos qué hacer.

          Temíamos que no llegara nunca, que nos hubiera olvidado.

          Buscábamos estrellas en la tierra y flores en el cielo.

          La espera nos exasperaba.

          Escuchábamos sus pasos, pero no su voz anunciando profecías. 

          Nos sentíamos perdidos, desamparados...

          Tratábamos de no pensar que nos había abandonado. ¡Qué solos estábamos!

          Más solos que los niños en la noche.

         Más solos que los muertos. 

         Intentábamos hablar, pero no encontrábamos las palabras. 

         Tanta era nuestra angustia, nuestra desorientación, nuestra insignificancia... 

         Llegó un momento en que nuestras voces alcanzaron la frontera del grito.

                                                                     

                                                                                 María Graciela Kebani



domingo, 5 de mayo de 2024

Otra vez el silencio

 





          Las palabras estallaron como fuegos de artificio. Cuando se apagaron las luces, no quedó nada.

          Otra vez la oscuridad.

          Otra vez el silencio.


                                                                         María Graciela Kebani