Hambre.
Punzante.
Cielo de espinas.
Esquirlas.
Heridas abiertas.
Heridas que sangran.
Sangre que mana
incontenible.
Sangre que corre
entre los gritos
de los niños.
La noche.
Los muertos.
Cruces sin nombre.
Hambre.
Horada el cerebro.
Aturde.
El hambre estalla
y se expande
como reguero de pólvora
y el sol siembra
los campos de fuego.
La tierra arde,
se quiebra, se agrieta
y el hambre desborda.
Como un río desbocado
inunda las bocas desiertas,
hinca sus dientes,
sus filosos colmillos
para devorar, impávida,
hasta los huesos.
María Graciela Kebani
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