Las palabras se entrelazan, tejen historias y cantan. Cantan hasta canciones de cuna.
Las palabras se agitan, se precipitan hacia abismos insondables.
A veces crujen, como cruje la tierra presa de un sismo.
Las palabras se agigantan, se inflan como globos y explotan, fulguran, truenan y se
expanden por todo el Universo.
Las palabras gritan, se arrodillan y rezan, se yerguen como las semillas que poquito a poco
germinan en la tierra.
Son rosas que se abren y ocultan sus espinas.
Son estrellas que brillan con su propio brillo.
Y de una galera mágica hacen aparecer palomas que ascienden buscando el cielo. No
existen jaulas que las encierren; no existen vallas que las detengan.
Las palabras nos atraviesan, nos liberan, nos elevan por los aires y nos recuerdan a cada
instante nuestra condición de humanos. Y las palabras revolotean, aletean. Son mariposas
que escapan de los labios y nos abren el corazón y la memoria.
María Graciela Kebani
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