Ser o no ser ¿Es esa la cuestión? No, definitivamente. Es la duda. La duda que nos taladra, que nos carcome, que nos asedia.
La duda interminable, recalcitrante.
Estamos solos. Solos clamando al cielo. Solos, sumergidos en las brasas de un infierno intolerable. Y rechinan los dientes y oprimimos el viento entre las manos, inútilmente. Y cerramos los ojos ante una realidad que nos asfixia. A veces gritamos para recordar el sonido de nuestra voz, porque ya no encontramos las palabras que expresen nuestra angustia y nuestro desencanto. Y entonces la duda vuelve a importunarnos y sabemos que no nos dará tregua, que la duda no dejará lugar a ninguna certeza. Solo un cúmulo de preguntas sin respuestas.
Y así nuestra soledad no tiene límites.
María Graciela Kebani
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