martes, 23 de abril de 2024

No consiguió vislumbrar su destino

 





   Atardecía. Imperceptiblemente las sombras iban velando la luz del sol. Las calles se vaciaban de viento y de ruido. 

   Y  corría como si lo persiguieran los fantasmas. 

   Corría como si lo persiguiera la muerte. Por callejones laberínticos apenas iluminados por faroles que se balanceaban entre niebla.

    Corría sin rumbo fijo, apretando los dientes y las palabras y con su sombra a cuestas. Ovillando los recuerdos.

    De repente, uno de los callejones, opacado por la bruma, se precipitó por una pendiente bastante pronunciada que desembocaba en el mar. 

    La luna se abría como una rosa de inmensa blancura sobre el oscuro cielo de la noche. 

     El mar llegaba orlado de plata a orillas de la playa. 

      Y el estaba allí, azorado, como si por primera vez contemplara la luna tan brillante, tan redonda...

      Como si por primera vez sus pies sintieran la helada caricia de las olas. 

    Intentó recordar...

     ¿Por qué había llegado hasta esa playa desierta?

     Pero el mar en su delicado vaivén no le devolvió ningún recuerdo.

     La luna se agigantó aún más, sin embargo, no consiguió vislumbrar su destino.


                                                                                      María Graciela Kebani






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