Se me escapaban las palabras como las cuentas de un collar. Quería enhebrarlas, pero no lograba atraparlas, porque huían, huían de mis labios, de mis manos.
Caían como lágrimas, como perlas, caían.
Y yo salía a buscarlas, desesperada. Pero no se dejaban atrapar. Echaban a volar como palomas y giraban, como trompos, giraban y después se perdían en el tañido de las campanas... Trepaban por las ramas del viento y yo las llamaba y las llamaba.
Me estaba quedando sin voz sin canto, sin música, sin campanas...
Pronto me convertiría en puro silencio.
María Graciela Kebani
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