miércoles, 26 de julio de 2023

Como la gota de rocío en una hoja

 




      Quise gritar y no pude. Intenté correr, pero mis piernas no me respondieron. Abrí los ojos y mi mirada quedó colgada del precipicio que se abría ante mí con la intención de devorarme.

       Y me quedé ahí, al borde del abismo, suspendida como la gota de rocío en una hoja.

                                                                                                                                                                                                                             María Graciela Kebani

martes, 11 de julio de 2023

El túnel de la memoria

   




  -¡Hey! ¿Hay alguien aquí?

     Recorrí la casa de arriba abajo y no encontré a nadie. Sin embargo, alguien me había abierto la puerta. De repente, en un rincón, una antigua muñeca con rizos dorados me devolvió la infancia en un instante. Y entonces vi la mecedora con el tejido y la biblioteca repleta de libros y en uno de los estantes dormitaba mi gato colorado. 

     Y vi desfilar a los tres mosqueteros, a Aladino, con su lámpara maravillosa, a Simbad, el marino, al Conde de Montecristo.

    Alicia bajaba las escaleras corriendo perseguida por el conejo. Y allá, en el pasillo de la planta alta se paseaban Gulliver y Tom Sawyer. El travieso Tom, seguramente, ansiaba resbalar por el pasamanos.

   En cualquier momento, pensé, aparecen Blancanieves y los siete enanos.

   De pronto, pronunciaron mi nombre y luego, una voz que llamaba: "¡A tomar la leche!" Y tuve miedo. Esa voz salpicada de ternura y de cariño, me paralizó. Y cerré los ojos y no pude apretar las lágrimas.  

    Y quise huir de aquella casa, huir de esa voz que me interpelaba tan dolorosamente. Sin embargo, me quedé allí, esperando. Esperando que los recuerdos se perdieran en el oscuro túnel de la memoria.

                                                                                 María Graciela Kebani

domingo, 9 de julio de 2023

VENTANA ABIERTA

 





Ventana abierta

a una tarde de otoño

encandilada, 

suspendida

de un cielo transparente,

adormilado;

y los barcos 

anclados en el puerto,

varados en el viento

que se balancea

blanco,

por entre las blancas velas.

En mi taller

el tiempo 

se queda detenido;

han desaparecido

la urgencia y la rutina.

Mi cuerpo 

empequeñecido

permanece, aquí, 

quizás, 

encarcelado.

Y el alma

desprendida

de su ancla, 

a través de la ventana 

se va

hacia la luz, 

a la aventura.

                                María Graciela Kebani