¿Dónde estaba? Los atronadores estallidos le revelaron la verdad. Cádaveres diseminados por todas partes. Sangre. Aquí y allá, sangre y ruinas. Ni rastros de la ciudad bombardeada. No lo pensó más. Arrojó el arma que todavía sostenía en sus manos.
Con las fuerzas que aún le quedaban echó a correr enajenado.
Buscaba el sol en medio de la noche. Buscaba la vida mientras lo perseguía la muerte.
María Graciela Kebani