Me perdí buscando el paraíso una noche de luna llena y me quedé sin voz de tanto clamar a los dioses.
No hubo repuestas, solo un silencio ominoso permeando hasta los huesos.
María Graciela Kebani
Me perdí buscando el paraíso una noche de luna llena y me quedé sin voz de tanto clamar a los dioses.
No hubo repuestas, solo un silencio ominoso permeando hasta los huesos.
María Graciela Kebani
En medio de un silencio cargado de señales, se abrió la noche como una rosa y en la fuente cayeron sus pétalos de sombras.
María Graciela Kebani
¿Dónde se perdieron los sueños?
¿Dónde quedaron aquellos días de infancia?
¿En qué fuente se ocultaron las sirenas?
¿En qué jardín se extravió la adolescencia?
¿En qué mar se hundieron los recuerdos?
¿En qué playas quedaron marcadas mis huellas?
Los castillos de arena se habían desmoronado.
María Graciela Kebani
"...Y el dolor empezó a mancharlo todo:
la mañana, / el amor/ el papel donde cantábamos..."
Y entonces el dolor
empezó a crecer
como una mancha ingente
esparciéndose,
incontenible,
entre la gente.
y entonces el cielo
azul y transparente
se nos hizo trizas
entre las manos.
Un sol ardiente
se astilla
en pleno mediodía
y entonces las sombras
se tornan más viscosas,
más densas.
Y las calles,
más oscuras,
más siniestras.
De repente, nos cerca,
nos asfixia,
nos aplasta
con su garra implacable,
la miseria.
Nadie dijo nada. Todos permanecieron mudos, completamente mudos. Con los ojos fijos en algún punto del cielo que, como un espejo, reflejaba el cristal de la luna hecho añicos en las quietas aguas del estanque.
María Graciela Kebani
Ya nadie recordaba. La memoria se vaciaba y no encontraban manera de remontarse al pasado para poder construir el presente. Ese presente que los agobiaba.
Los recuerdos se iban deshojando y acababan arrastrados por el viento.
Imposible recomponer las piezas del rompecabezas.
María Graciela Kebani