DESCENDIENDO
Decidió descender a la planta baja por las escaleras en lugar de utilizar el ascensor. Sabía que estaba demorado, pero prefirió las escaleras.
Así, sin perder tiempo, empezó a bajar peldaño por peldaño como si quisiera devorarlos. En su alocado descenso, iba repitiéndose: "Ya llego, ya llego". Sin embargo, no llegaba.
Continuó su trepidante descenso, jadeante, perplejo. Los escalones se duplicaban, se triplicaban, se multiplicaban y no se detenían.
Ningún número señalizaba ya los pisos. Mientras, los minutos corrían también sin detenerse.
Y él bajaba, bajaba por esas escaleras interminables, una y otra vez.
María Graciela Kebani
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