Ahora empieza a llover y la lluvia cae con la cadencia de una letanía, sobre los tejados, sobre los campos de girasoles, sobre el verdor de los valles.
Y la lluvia cae , sosegada, sobre la fuente, cae y fluye con el río.
La lluvia cae, diáfana, para deshojarse en las flores y humedece hasta el perfume de la mañana y hasta la brisa humedece.
Y la lluvia ahora cuelga y se descuelga, esmerilada, de las ramas de los árboles.
Y resbala, transparente, por los cristales de las ventanas. Y yo aquí, contemplando cómo se desliza la lluvia desde mis ojos hasta mis manos.
Y siento que voy resbalando, lentamente, hacia el olvido, hacia el silencio, hacia el ocaso.
María Graciela Kebani