Así, con total desparpajo, el diablo me pidió el alma.
Entonces, le entregué todos mis libros de cuentos y poemas.
-Te estoy pidiendo tu alma -me reclamó.
-En cada página, en cada palabra de esos libros mi alma se encuentra velada. Me parece, estimado Lucifer, que la literatura está más cerca del paraíso que del infierno.
María Graciela Kebani