sábado, 17 de octubre de 2020

La pesadilla recién comenzaba

   

  La noche se estiraba como un bandoneón desafinado. Apuró el paso. Ya se había cansado demasiado. Estaba convencido de que se encontraba cerca.

    De pronto, una música empezó a rondar por su cabeza.

     No podía identificarla. Sin embargo, consiguió remontarse en el tiempo y ubicarla en algún momento de su adolescencia.

    Hurgó aún más en el pasado y un dolor cada vez más profundo le nubló la mirada.

    Poco a poco el recuerdo irrumpió con toda claridad despejando las tinieblas que el olvido se encargaba de ocultar.

    La música comenzó a sonar más fuerte y la angustia se agudizó.

    Siguió avanzando con la firme intención de llegar. Llegar lo más rápido posible. Y olvidar. Debía olvidar y callar esa música que amenazaba aturdirlo. Pero no conseguía acallarla. Martillaba su cerebro con insistencia arrolladora y le impedía continuar. Sonaba y resonaba en su oídos enloqueciéndolo.

    En medio de esa música infernal acabó llorando como un niño.

    La pesadilla recién comenzaba.

    Mientras la noche plegaba y replegaba su  bandoneón de sombras y de silencio.

                                                                                                                              María Graciela Kebani

martes, 6 de octubre de 2020

Un trueno sacudió hasta los cimientos de la noche

            


             Se detuvo. Sospechaba que había perdido el rumbo. Retrocedió unos pasos, pero solo sirvió para darse cuenta de que un revoltijo de calles giraban  y se enroscaban y no conducían a ningún sitio.

              Entonces, volvió sobre sus pasos con la intención de retomar el camino. Fue inútil. También fue inútil encontrar a alguien que lo orientara un poco.

           El cielo se cargaba de nubes. Alcanzó a ver cómo empezaba a relampaguear. En cualquier momento se desataría la tormenta y él, solo, en medio de un paraje irreconocible.

                Finalmente, un trueno sacudió hasta los cimientos de la noche.  

                                                                                                   María Graciela Kebani