Las sombras poblaron los rincones de fantasmas. Las escaleras subían y bajaban a los tumbos. Los pisos crujieron sin reparo. Algunas puertas rechinaron imprevistamente y las ventanas dejaron colar la blanquecina luz de la luna. Temblaron los espejos como pétalos de rosa. El viento resbaló entre los carillones y su voz repicó como campanas. En los jardines los pájaros plegaron sus alas y entre el follaje anidaron sus trinos.
Fue inminente su llegada.
María Graciela Kebani
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