domingo, 22 de septiembre de 2024

¡Ni Dios puede hacerlo!

    



    A veces, escuchaba al diablo que caminaba por la terraza, bien entrada la madrugada. No podía imaginar a Satanás paseándose con aire fantasmal por mi azotea.

    Una noche decidí averiguar qué se traía entre manos. La luna, afortunadamente, andaba exhibiendo su redondo vientre de plata y las baldosas relucían hasta en los rincones. Mis ojos trataron de vislumbrar al intruso. Ni rastros. Ni siquiera su cola endemoniada.

    De repente, escuché carcajadas a mis espaldas. Y allí, delante de mí, lo vi, apuntándome con sus ojos de fuego.

  -¿Qué pretendés de mí? -lo encaré.

  -Siempre pretendo lo mismo. Firmar un pacto.

  -¿Querés mi alma? ¿A cambio de qué?

   -Vos le ponés precio.

   -¿El amor? ¿La belleza? ¿El dinero? ¿El paraíso? 

   -Todo menos el paraíso.

   -¿Y la paz entre los hombre?

   -¡Eso, imposible!

   -¿No podés garantizarme la paz?

   -Por supuesto que no. ¿En qué mundo vivís? ¡Ni Dios puede hacerlo!


                                                                     María Graciela Kebani




domingo, 1 de septiembre de 2024

Soy yo, papá

    







    De repente, escuché ruidos en el altillo. Sabía perfectamente, que allí no había nadie. Sin embargo, se oía como si alguien anduviera revolviendo las cosas acumuladas por años en ese desván. 

    El corazón me golpeaba el pecho desaforadamente. 

   No había ninguna explicación razonable.

    Me temblaban las piernas. Todo mi cuerpo se sacudía como si hubiera recibido una descarga eléctrica.

    Escuché apenas mi voz que se alzaba en medio del terror y el desconcierto: 

    "¿Quién esta ahí?"

     Y otra voz respondió:

     "Soy yo, papá."

      Pero mi padre estaba muerto.


                                                                      María Graciela Kebani