jueves, 29 de septiembre de 2022

Desierto de cenizas




     ¡Fuego! ¡Fuego! El pavoroso alarido horadó los muros de la noche. En medio del delirio la madre aullaba, mientras las llamas devoraban el silencio aterrador. Estaban solos. Las llamaradas ardientes se elevaban frenéticas, trepidantes.

     Ya no encontraba la manera de articular palabra. Ni una plegaria ni siquiera un grito pudo arrancar a su garganta. 

    "Por favor, mamá". Suplicaba el niño consternado. "No puedo soportar tu dolor".

    La madre solo atinó a aferrar al pequeño.  Y el hijo sintió cómo el padecimiento infinito de su madre se clavaba con desesperación en sus manitas.

    El fuego lanzaba furibundas llamaradas.  Acabaría arrasando con los tenues albores del día.  

    Cenizas. El amanecer, un desierto de cenizas.


                                                                        María Graciela Kebani



viernes, 23 de septiembre de 2022

En el pozo de la noche

 


 

      Me caí en el pozo de la noche y, de inmediato, empecé a cavar para encontrar algún rastro de la luna y las estrellas. Sin embargo, mis ojos se cubrían de polvo y de sombras y mis manos, por más que que cavaran y cavaran, acumulaban oscuridad.

     ¿Dónde había quedado enterrada la luz? En ese antro de tinieblas solo podía anidar la muerte. 

       Pese a todo, abrumado, seguí removiendo la tierra para desenterrar algún mínimo destello que alumbrara ese foso inacabable.


                                                                                                María Graciela Kebani