El tren como un rayo atravesó el puente de la noche.
Un sol enrojecido se precipitó al vacío y un viento desenfrenado desencadenó las fuerzas del infierno.
Las campanas volaron por los aires.
Los pájaros buscaron desesperadamente el cielo.
No hubo llanto ni plegarias.
No hubo preguntas ni respuestas.
Ni siquiera una palabra.
Solo hubo silencio.
María Graciela Kebani
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