jueves, 23 de julio de 2020

Luz en la ventana

 

  Llegó por fin cuando anochecía. Trató de controlar sus emociones. La reja que cercaba defensivamente la casa, le ponía límites. Mientras una luna llena de luz blanqueaba los sombríos rincones del porche.
   Un gato tan negro como el ébano, mudo, sigiloso, paseaba sus ojos, que resplandecían como estrellas. 
    De pronto, recordó un doloroso episodio de su infancia que había permanecido dormido durante años en su memoria y, en algunos momentos de su vida, despertaba.
   Las lágrimas nublaron su mirada. Buscó al gatito para acariciarlo, pero el felino había desaparecido, furtivamente,  entre las sombras. Alcanzó a vislumbrar una ventana iluminada.
    Entonces se secó las lágrimas, se dio ánimo y pulsó el timbre.
   Del otro lado de la reja, no hubo respuesta. Esperó unos minutos. Insistió. No hubo caso.
   Otra vez las lágrimas.
   La luz en la ventana acabó por apagarse.
                                                                                                              María Graciela Kebani

sábado, 11 de julio de 2020

Como un pájaro




    En medio de la creciente oscuridad, se escuchó la campanilla que anunciaba el paso del ferrocarril. El pertinaz campanilleo sacudió los telones de la noche y se expandió a lo largo de las vías.
   Con las voces sibilantes del viento llegaba el rumor la locomotora que avanzaba estrepitosamente.
   Sus ojos buscaron alguna luz que encendiera tamaña oscuridad.  Temía que la máquina lo arrollara sin miramientos.
 Entonces, mientras los refulgentes faros irradiaban una luminosidad estridente, el estruendo ensordecedor aumentaba y las ruedas rodaban ya dentro de su cuerpo.
   De repente, el tren cruzó, raudo como un pájaro, el espectral túnel de la noche.
                                                                                 
                                                                                            María Graciela Kebani