DESDE EL OTRO LADO
La luna, llena de luz, giraba entre las aspas de la noche.
Pulsó el timbre con cierta vacilación. Una bandada de palomas se desató en el aire. Algunas plumas se dispersaron cerca de sus manos. De repente, recordó su infancia. Una ventana. El sol, colgando rezumante como un racimo dorado, enceguecedor, de las ramas de los plátanos.
La casa parecía deshabitada. Los postigos estaban cerrados.
El reloj marcó las siete. Otra vez se hallaba solo. Esperando.
Pulsó nuevamente el timbre. Deseó con fervor que alguien respondiera. Desde el mirador derruido volvieron a soltarse las palomas en una explosión de alas y de plumas.
Otra vez su padre no vendría.
Nadie del otro lado.
Intentó una vez más.
Fue inútil.
Cuando miró hacia arriba, un aleteo sacudió la noche y sus recuerdos.
Sombras, sólo sombras. Ni una estrella.
Una pluma se deslizó de entre sus dedos.
María Graciela Kebani